Sin ser "poderosos" podemos cambiar el mundo. Sólo necesitamos despertar de nuestro letargo inducido por palabras vanas en labios de políticos, religiones que prohíben la cuestionabilidad de sus dogmas y la absorción continuada de la parrilla televisiva. Cuando comprendamos que hacer el bien a los demás es hacerse el bien a uno mismo, desaparecerán todas nuestras diferencias (culturales, religiosas, políticas...)y podremos ser realmente libres.
L.R.L.
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